Los ordenadores portátiles se han impuesto a los equipos sobremesa en los últimos años. En los inicios de la informatización de empresas y hogares sólo se contemplaba la compra de un PC normal, en formato sobremesa o torre con su monitor, teclado y ratón, entre otras cosas por el precio, ya que el inicio de la propuesta de los equipos portables era muy caro. Tener un portátil era casi un lujo al alcance de pocos. Y si además buscábamos algo ligero, el precio todavía más elevado.
Con el paso del tiempo esto ha ido cambiado, hasta el punto de darle la vuelta totalmente. Las principales marcas comenzaron a invertir más en equipos de movilidad que en sobremesa, algo que arrastró también a los fabricantes de componentes, sobre todo de procesadores, para fabricar chips mucho más ligeros y con menos necesidades de refrigeración.
El gran problema de los procesadores de altas prestaciones eran los ventiladores y disipadores de calor que debían llevar acoplados, algo que hacía imposible su adaptación a portátiles que demandaban poco tamaño y menos peso.
Todos los portátiles tienen el problema de la temperatura que deben soportar sus componentes en un espacio muy reducido y sin entradas ni salidas de aire para su refrigeración. Si cogemos un procesador de un equipo sobremesa veremos algo parecido a la siguiente imagen. El chip es sólo el 5% del volumen del kit que componen el procesador, el disipador, el ventilador y los anclajes. ¿Cómo ponemos esto en un portátil?
Debido a este motivo de diferencia de componentes, el rendimiento de un portátil es siempre inferior a un equipo sobremesa. Lo que ocurre es que, en muchos escenarios, como puede ser en un barco, esa diferencia de rendimiento no la vamos a notar, y las ventajas que supone el espacio que ocupa y su alimentación, hacen que la elección de un portátil se la mejor opción.
En el caso que usemos el equipo para grandes cálculos matemáticos, diseño gráfico, AutoCAD o juegos con gráficos muy exigentes, siempre es mejor comprarnos un equipo fijo, pero si lo que queremos es un trabajo ofimático normal, manejar ficheros, correo, navegar y ver cartografía náutica, con un portátil tenemos todas las necesidades cubiertas.
Además, necesitamos desplazar el portátil de la mesa de cartas a la bañera, a un camarote, o sentados en cualquier sitio de la cubierta, llevarlo de casa al barco, y del barco al despacho. Y ahí lo tenemos todo junto, el ocio y el trabajo.
¿Qué portátil elegir?
Publicado en el número 46 de la revista NAUTICA & YATES Magazine