Las Nuevas Tecnologías nos sorprenden cada día con noticias y novedades que hasta hace poco tiempo sólo veíamos en películas de ciencia ficción. Cosas inimaginables y avances que nos hacen pensar muchas veces si lo que nos anuncian es real o se trata de algo imaginario. Lo que nos ha llevado a este punto, más que otras cosas, ha sido Internet. Las comunicaciones, las interconexiones, la proximidad de todo aquello que parecía lejano, ha dejado desarrollar la imaginación a millones de personas buscando innovar aprovechando las herramientas que nos proporciona la red.
El concepto NUBE, o técnicamente llamado CLOUD, ha surgido de esta gran red que es Internet. La NUBE nos ha llevado a confiar nuestros datos al algo o alguien que no sabemos ni donde está ni como lo guarda. Simplemente nos dejamos llevar por una evolución que nos lleva sin tener opción de quedarte por el camino. Si nos paramos nos costará subirnos de nuevo al tren.
Esa NUBE se convierte en un almacén infinito, sin ubicación determinada, donde conectamos nuestra tecnología para disponer de toda la información en cualquier momento y desde cualquier sitio. La NUBE no es INTERNET, pero sin INTERNET no hay nube. INTERNET es una red de redes, de servidores, de centros de datos, de millones de usuarios interconectados entre sí compartiendo información, datos, webs, redes sociales, aplicaciones, sistemas de voz, videoconferencia, y cualquier cosa que sea susceptible de requerir una conexión con algo o con alguien. Y la NUBE es un concepto que se genera gracias a esta conexión de todo. Aquí nace el concepto de Internet de las cosas, “Internet of Things”. Todo va a estar conectado a internet, incluido nuestro barco, sus componentes, sus tripulantes, el puerto base e incluso la boya de fondeo que solemos frecuentar en verano.
Actualmente ya hay más de 10.000 millones de objetos conectados y se espera que la cifra llegue a los 50.000 millones en 2020.
Publicado en la revista N&Y Magazine, número 16.