Los aficionados a la Náutica buscamos en la navegación esa tranquilidad y desconexión que no tenemos en el día a día. Navegamos, soltamos velas, pescamos, fondeamos, descansamos y soñamos con ese aislamiento del entorno. Incluso nuestro mejor fondeo es siempre en la cala más escondida, aislada y de menos afluencia. Cuanto más difícil sea llegar por tierra a esa cala, más nos gusta, y cuando más aislados nos sintamos, todavía mejor.
Pero cuando estamos en ese momento de “desconexión” y comprobamos que el teléfono pone “sin servicio” nos entran todos los males del mundo. Nos damos cuenta que no sabemos estar desconectados. Queremos pero no podemos ¿alguien se lo explica? ¿porqué ocurre ese fenómeno? No se entiende, pero reflexionando podemos encontrar una explicación. Estamos tan enganchados a la era de la información y la comunicación que somos incapaces de no saber qué está pasando en el resto del mundo. Tenemos una dependencia enorme de esa información en tiempo real que nos estamos perdiendo, ya sea por el hecho de no poder recibir llamadas, o por no saber nada sobre las previsiones meteorológicas o simplemente por no saber lo que “se cuece” en los grupos de chat a los que pertenecemos.
El móvil ha pasado a ser en una herramienta fundamental a bordo, entre otras cosas porque se ha convertido en el teléfono del barco, igual que en casa o en el trabajo tenemos nuestro teléfono convencional.
No hace muchos años los puertos ofrecían a los barcos la posibilidad de instalarles una línea de voz o fax en la torreta del pantalán, con el fin de tener un número de teléfono convencional. Estas necesidades desaparecieron con la llegada del móvil y de las comunicaciones de datos inalámbricas que ofrecen los puertos a través de los servicios WiFI.
Publicado en el nñumero 19 de la Revista Nautica & Yates Magazine: